Durante años existió la creencia de que los perros perciben la muerte de un humano y lo manifiestan con sus desconcertantes aullidos. La ciencia prefiere no catalogar la situación como “predicción”, pero asegura que nuestras mascotas tienen un “sexto sentido” que los adelantan ante situaciones tristes que puedan ocurrir.

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Muchos expertos coinciden en que los perros son sumamente sensibles a las emociones humanas. Eduarda Piamore -Técnica en Psicología, Educación y Adiestramiento canino y felino- manifiesta que estos peludos tienen un sentido del olfato extremadamente desarrollado, capaz de detectar feromonas conocidas como necromonas, que se liberan cuando el cuerpo de una persona está próximo a morir. Estas señales químicas, que los humanos no podemos percibir, podrían ser las responsables de que los perros reaccionen ante una muerte inminente.

Por otro lado, el aullido también puede estar relacionado con el entorno. Las sirenas de ambulancias, un sonido muy agudo, a menudo provocan el aullido de los perros. Esto podría explicar por qué aúllan cuando ocurre un accidente o cuando alguien muere, ya que asocian ese sonido con situaciones de emergencia.

Así mismo, el aullido refleja la confusión o el estrés del animal ante una situación que no comprende completamente, pero que sabe que afecta profundamente a su entorno humano.

Un “sexto sentido” que los humanos no tienen

Aunque no hay evidencia científica que respalde la idea de que los perros predicen la muerte de forma sobrenatural, su agudo sentido del olfato y su capacidad para detectar cambios en el comportamiento humano podrían explicar por qué reaccionan ante la muerte. En lugar de un "sexto sentido", los perros probablemente utilizan su desarrollado olfato y sensibilidad emocional para percibir señales sutiles que nosotros no captamos.

De este modo, los perros no predicen la muerte de manera mágica, pero su impresionante capacidad sensorial y su cercanía emocional con los humanos les permiten reaccionar ante ciertos cambios en su entorno, que pueden incluir la proximidad de la muerte.